jueves, 5 de marzo de 2015

"El fin del trabajo", de Jeremy Rifkin (1996)

Resumen: "El fin del trabajo", de Rifkin (1996)

 El resumen original y actualizado está en el siguiente enlace:

http://evpitasociologia.blogspot.com/2014/01/el-fin-del-trabajo-de-rifkin-1996.html

Razones para comentar este libro:
Rifkin es de los primeros que se da cuenta de que las tecnologías de la información destruyen más empleos de los que crea pero ofrece una visión idílica del futuro en la que la gente colabora gratuitamente y de forma voluntaria en tareas sociales porque apenas hay trabajo. Su predicción se ha cumplido pues, de lo contrario, yo y otra mucha gente no estaría escribiendo blogs en sus ratos libres o subiendo fotos a Facebook o vídeos a YouTube.


Resumen y comentarios de E.V.Pita (2014), licenciado en Derecho y Sociología.

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Resumen y comentarios del libro:

Este libro anticipa un poco la misma conclusión a la que han llegado otros autores. Y es que cada nueva tecnología que se implanta y mejora la eficacia de la producción conlleva una pérdida de empleo estructural. Es un hecho estadístico que entra en contradicción con la idea asentada de que la llegada de una nueva tecnología destruye empleo en el viejo sector pero lo crea en el nuevo y lo único que ocurre es que hay un trasvase de personal de un sector obsoleto a otro innovador. Pero la realidad es que parece ser que no es así.
Rifkin pone, por ejemplo, lo que pasó con la Revolución Industrial en el siglo XIX. En 1800, la mayor parte de Europa trabajaba en el sector agrícola como campesinos pero, tras la implantación de las fábricas y la industria del carbón y el ferrocarril, el 50% de los labriegos se trasladaron a las ciudades para trabajar como obreros. En 1900, un 50% eran obreros y otra mitad campesinos y el porcentaje descendió aún más con la invención de la segadora o el tractor. Con la segunda revolución industrial de 1873 y el auge de la electricidad, se creó un nuevo sector que era el de los servicios (burocracia, banca, oficinas...). En 1950, el 10 % era agrícola, un 50% obrero y un 40% de servicios o cuello blanco. En 1980, el empleo agrícola había bajado al 3%, el de servicios al 50% y el obrero al 40% (más o menos) porque la industria estaba obsoleta y hubo muchos despidos con las reconversiones. Con la llegada de Internet y la informática, las oficinas mecanizaron muchas tareas. Grandes aseguradoras y corporaciones reestructuraban sus oficinas, instalaban un nuevo programa de gestión y eliminaban 3.000 empleos y generaban un 10% más de beneficio. La informática abarataba costes y era más eficaz que la mano de obra. Muchos despedidos acabaron en las pymes, que no podían costearse esos sofisticados programas de gestión.

El autor lo ilustra con la polémica que generaron algunas invenciones del siglo XIX en una industria que requería mucha mano de obra y que la maquinaria eliminó. Se dice que una matemática puso como ejemplo que llegaría el día en que el rey de Inglaterra fuese el único habitante de la isla y él solo moviese la manivela para poner en marcha su ejército de autómatas que fabricaban productos.

El problema se plantea cuando se examinan las cifras de paro estructural o natural de cada revolución tecnológica. En el tránsito de la sociedad agrícola a la industrial, el paro estructural era del 3%, como se pudo ver en 1950, al considerar el pleno empleo en un 3% de paro. En 1980, cuando empezó a quedarse obsoleta la industria y la informática se implantó en las empresas, el paro estructural o natural ya era del 5%, y en los 90, se empezó a hablar del 10% e incluso el 13%. Es decir, que cada ola tecnológica que aumenta la eficacia del trabajo y automatiza los procesos genera un residuo de trabajadores que quedan fuera del círculo porque no se pueden adaptar o porque no hay puestos suficientes para ellos, o no son necesarios.
[Nota del lector: es evidente que tiene que haber un umbral o límite en el que el aumento de eficacia no genera más beneficios y supone un coste para la empresa, ya que la eliminación de puestos de trabajo hace que haya menos clientes para comprar sus productos. Si solo lo hace una empresa, no pasa nada, pero cuando la automatización de los procesos es general, tiene que haber una sobreproducción o exceso de oferta].



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