Resumen: "De animales a dioses",de Yuval Noah Harari (2013)
Resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/01/de-animales-diosesde-yuval-noah-harari.html
Resumen y anotaciones por E.V.Pita (2015), licenciado en Derecho y Sociología
Razones para comentar este libro:
Es un libro reciente de Historia Universal, del 2014, que trabaja en torno al nuevo concepto llamado Singularidad (la Humanidad, tras miles de años de evolución, convergería en un ser biónico, casi un dios inmortal). El libro es bastante cínico sobre los humanos, ya que los pone como sospechosos número 1 de la desaparición de las otras especies de homínidos (incluido el neandertal), así como de grandes mamíferos como el mamuth o el león de dientes de sables. Allí por donde ha pasado el hombre, no ha vuelto a crecer la hierba, sostiene, y eso ocurre ahora con el cambio climático y otros desastres que extinguen especies a un ritmo nunca visto. Añade que la civilización actual se sostiene porque es esclava del trigo (dice que la agricultura fue una gran estafa para el recolector-cazador) y que miles de pollos, vacas y porcino son explotados en condiciones terribles en granjas industriales para alimentar a una creciente población. Llega a una terrible conclusión sobre la religión: si Dios hizo al hombre a su semejanza, ¿es que es malo?
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Sociología, antropología, historia de la Humanidad, procesos macrohistóricos, ciclos económicos
Título: "De animales a dioses"
Subtítulo: Breve Historia de la Humanidad
Título original: From Animals into Golds: A Brief History of Humankind
Autor: Yuval Noah Harari (2013)
Edición en inglés: 2013
Edición en español: Penguin Random House Grupo Editorial - Debate , 2014
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Biografía oficial del autor (2014)
Yuval Noah Hatari nació en 1976 y es profesor de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se especializó en historia medieval e historia militar pero, tras doctorarse por la Universidad de Oxford, pasó al campo más amplio de la historia del mundo y los procesos macrohistóricos.
Sus libros incluyen Special Operations in the Age of Chivalry (1100-1550), The Ultimate Experience: Battlefield Revelations and the Making of Modern War Culture,1450-2000,The Concept of "Decissive Battles" in World History y Armchairs, Coffe and Authority: Eye-witnesses and Flesh-withnesses Speak about War, 1100-2000.
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Texto de la contraportada
Hace 100.000 años, al menos seis especies de humanos habitaban la Tierra. Hoy solo queda una, la nuestra: Homo sapiens.
¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué nuestros ancestros recolectores se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegaron a creer en dioses, en naciones o en los derechos humanos; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes? ¿Cómo acabamos sometidos a la burocracia, a los horarios y al consumismo? ¿Y cómo será el mundo en los milenios venideros?
En "De animales a dioses", Yuval Noah Harari traza una breve historia de la humanidad, desde los primeros humanos que caminaron sobre la Tierra hasta los radicales y a veces devastadores avances de las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado: la cognitiva, la agrícola y la científica. A partir de los hallazgos de disciplinas tan diversas como la biología, la antropología, la paleontología o la economía, Harari explora cómo las grandes corrientes de la historia han modelado nuestra sociedad, los animales y las plantas que nos rodean e incluso nuestras personalidades. ¿Hemos ganado en felicidad a medida que ha avanzado la historia? ¿Seremos capaces de liberar alguna vez nuestra conducta de la herencia del pasado? ¿Podemos hacer algo para influir en los siglos futuros?
Audaz, ambicioso y provocador, este libro cuestiona todo lo que creíamos saber sobre el ser humano: nuestros origenes, nuestras ideas, nuestras acciones, nuestro poder... y nuestro futuro.
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ÍNDICE
Parte 1. La revolución cognitiva
1. Un animal sin importancia
2. El árbol del saber
3. Un día en la vida de Adán y Eva
4. El Diluvio
Parte 2. La revolución agrícola
5. El mayor fraude de la historia
6. Construyendo Pirámides
7. Sobrecarga de memoria
8. No hay justicia en la historia
Parte 3. La unificación de la humanidad
9. La flecha de la historia
10. El olor del dinero
11. Visiones imperiales
12. La ley de la religión
13. El secreto del éxito
Parte 4. La revolución científica
14. El descubrimiento de la ignorancia
15. El matrimonio de ciencia e imperio
16. El credo capitalista
17. Las ruedas de la industria
18. Una revolución permanente
19. Y vivieron felices por siempre jamás
20. El final del Homo Sapiens
Epílogo: El animal que se convirtió en un dios
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Resumen:
El libro comienza con una escena habitual de un hombre primitivo de hace 100.000 años que no se diferenciaba en nada del resto de los animales. Las armas que tallaba en piedra apenas le proporcionaron ventaja. Pero gracias a su desarrollo cognitivo (que le permitía extraer conclusiones de simples hechos como "hay un león cerca de una manada de búfalos" empezó a hacer planes y rivalizar con los leones para robarle sus presas). Pero lo que le confirió su mayor poder fue la manipulación del fuego, pues una sola humana podía quemar un bosque entero sin esfuerzo y recoger luego un montón de animales muertos. Aún así, esa habilidad de quemar algunos bosques y asustar a los leones tampoco eran demasiado impresionantes.
Sin embargo, el fuego permitió cocer los alimentos y emplear menos horas para ingerir los alimentos. La energía que se ahorró en esfuerzo de los intestinos se desvió al cerebro, que cada vez se hizo más grande.
En este contexto, hubo seis tipos de humanos que se desperdigaron por todo el mundo: el neandertal se estableció en Europa y Oriente Próximo, el homo erectus se estableció en África, habilis llegó a Asia, el hombre de Flores quedó atrapado en una isla del Pacífico, el home devoneses en Siberia y el homo Sapiens partió de África hacia Europa y Oriente Próximo, donde chocó con los neandertales. Sospechosamente, a medida que el homo sapiens se extendía por el mundo, el resto de los grandes mamíferos (mamuts, etc...) se extinguían a su paso (en Australia, en América, etc...). En Europa, los neandertales también cayeron.
En posteriores capítulos examina la importancia que supuso la creación de conceptos ficticios para mantener unidas a grandes poblaciones o para ejercer dominio sobre ellas. De este modo, se crearon grupos artificiales separados cada uno con su función, tanto por raza, como por castas, por riqueza o por género, algo que se definía por nacimiento, lo que se intentó justificar como un mandato divino desde tiempos de Hamurabi, y luego por razones pseudocientíficas (la raza dominante es más inteligente, más sabia, más trabajadora, más bondadosa). Señala que en Occidente aunque ahora no hay división entre amos y esclavos, ni escuelas ni barrios para negros y para blancos, casualmente los ricos viven en mejores barrios, tienen mejores escuelas y tienen mejor sanidad que los pobres, por lo que opina que la herencia crea una división entre ricos y pobres aunque legalmente no exista. Pero el hecho mismo de nacer ya determina prácticamente si uno va a ir a una buena universidad o si va a ser un pandillero del Bronx, o también el esfuerzo que requerirá para tener una buena educación.
Precisamente, las diferencias entre hombre y mujer son bastante significativas ya que a lo largo de la historia se han mantenido. Descarta que sea por razones físicas (el hombre es más fuerte, pero para ser médico o abogado no se requiere gran fuerza), por razones de mayor violencia (los hombres son más violentos y las mujeres prefieren la diplomacia y la pacificación, pero eso haría ejércitos llenos de soldados rasos violentos y mujeres dirigiéndoles con su astucia; generales como Wellington eran gestores que jamás pasaron por filas), y otras.
En el capítulo sobre la religión hay algunos puntos nuevos. Primero, habría una fase religiosa animista (adoración a rocas, lagos...) a la que siguió una fase politeísta (panteón egipcio, griego) dominado por un ser supremo (Júpiter, Destino) que se consolidó como un monoteísmo (cristianismo, islam). Algunas religiones evolucionaron hacia el dualismo (lucha entre el bien y el mal: maniqueos, zoroastrismo). También hubo religiones sin Dios como el budismo, el taoismo o el sintoismo, que más bien eran normas éticas. El laicismo occidental, a su vez, desembocó, según dice Yuval Noah Harari , en otras religiones que aunque tienen el nombre de ideologías funcionan como religiones: liberalismo (tener fe en la autorregulación del libre mercado), comunismo (promete el paraíso proletario y tiene sus festivos como el Día del Trabajo), socialismo (ensalza la igualdad) o nazismo (promueve la evolución hacia un superhombre). Insiste en que esas ideologías (que en realidad son religiones humanistas) han sido las más destructivas de la historia porque han dejado detrás millones de muertos en varios enfrentamientos globales a lo largo del siglo.
Según dice el autor, la religión cristiana es monoteísta pero adornada con santos para absorber el politeísmo de Roma y que contiene numerosas contradicciones: la principal es que si Dios es bueno, por qué permite que haya mal en el mundo. La respuesta sería que existe otra fuerza, el mal, pero entonces estaríamos ante una religión dualista, que a su vez genera una segunda contradición: si un Dios bueno creó el orden y las leyes físicas, por qué permite la existencia del mal, y si realmente tanto el mal como el bien obedecen a las mismas leyes físicas, ¿quién creó ese orden? Para el autor, existe una solución que resuelve esa doble contradición aunque aclara que nadie ha tenido estómago para plantearla en serio: Dios es malo (ese ser supremo creó el orden y las leyes físicas pero diseñó el Cosmos a propósito y de forma cruel y maléfica para inflingir y condenar a un gran sufrimiento a su propia creación).
Cuando estudia la sociedad europea, el autor también niega que actualmente haya un choque de civilizaciones como sostiene Samuel Huntington en su libro. Cree que no se trata de una lucha entre Occidente y el Islam o China sino en una nueva versión del racismo que él denomina "culturalismo". Sostiene que en el siglo XIX, las naciones europeas que conquistaron el mundo ponían como excusa que la raza blanca aria era más inteligente y trabajadora que las otras razas degradadas. Científicos hacían estudios que lo avalaban y advertían que la evolución del más fuerte solo podría presagiar el triunfo de la raza blanca. Tras la Segunda Guerra Mundial esas teorías racistas quedaron desacreditadas, a lo que se sumó los estudios genéticos que revelaron que el ADN es el mismo, sin apenas diferencias. Según el autor, surgió otro camino que es el que usan ahora las fuerzas de extrema derecha: consistiría en el "culturalismo". Los inmigrantes no se adaptan a la cultura europea ni comparten sus valores sobre los derechos humanos, la democracia o la igualdad de género. Todo lo contrario, por lo que si no saben convivir con esta cultura deben marcharse, viene a ser el argumento del nuevo racismo, que nunca invoca al desacreditado concepto de supremacía de raza ni nada parecido.
Otro tema que aborda es el complejo científico-militar-político (del que alertó Eisenhawer y luego Galbraith) como estimulador del desarrollo en Occidente y principal razón de su despegue. Explica que expediciones científicas como la de Cook salieron adelante porque la Royal Navy iba a tomar posesión de nuevas tierras y explorar. Dice que los europeos han ligado guerra y ciencia como algo conjunto, sobre todo después de 1815. Los ejércitos de Napoleón tenían cierto parecido con los de Luis XIV pero su caballería de húsares no podría hacer nada frente a los tanques de la Primera Guerra Mundial. En apenas un siglo, se dio un salto inimaginable. Por el camino, han quedado pueblos nativos como los tasmanos, que se extinguieron tras vivir 10.000 años aislados, o en Australia quedaron diezmados los aborígenes. Sostiene que la expansión del colonialismo europeo avanzó con la ayuda de la ciencia y cuyo mayor exponente es la bomba atómica. Todo ese dinero y fondos para la ciencia ha sido canalizado para las necesidades del ejército, aunque también para beneficiar al comercio y al desarrollo económico. Dice que hasta los investigadores científicos se han dado cuenta de eso y "venden" sus proyectos como una forma de incrementar la producción y los benefcicios (nadie habría financiado el viaje de Colón sino hubiese un interés económico).
Cuenta la anécdota de que cuando los americanos ensayaban los vuelos a la Luna en el desierto del Álamo, unos científicos nucleares se encontraron a un viejo indio y le contaron que el hombre iba a llegar a la Luna. Entonces, el indio les pidió que les entregasen un mensaje a los espíritus que moraban en la luna: "Digan lo que os digan estos, no los creáis, vienen a robaros vuestras tierras".
Sobre la sociedad moderna, señala que triunfó el liberalismo sobre la base de que los banqueros y el Estado sustituyeron a la familia y a la comunidad, que antes proveía de todo al individuo: comida, alojamiento, tus vecinos te construyen una vivienda, préstamos, justicia y venganza de honor, búsqueda de esposa. Ahora, el Estado liberal deja al hombre la libertad para ser un individuo de forma que pueda trabajar donde quiera, aunque no pueda ir a las cenas familiares, casarse con quien quiera (y desafiar a los mayores). A medida que pasa el tiempo, la familia se desintegra y los menores desobedecen a sus padres para seguir su camino. El Estado pasa a ocupar el vacío dejado por la familia: la seguridad social cubre las enfermedades, el desempleo te da un subsidio si estás en el paro, te emplea en el sector público mientras que los bancos te dan ese crédito que tanto necesitas para comprarte una casa.
El otro aspecto de la sociedad liberal que analiza el autor se refiere a la reinversión de los beneficios, un pacto entre obreros y propietarios para que se permita a los capitalistas amasar fortunas pero no para gastarlas en lujos sino para reinvertir sus beneficios en ferrocarriles y otros negocios que generarán más empleo. La obsesión por los beneficios ha contribuido a un crecimiento sin igual apoyado por la Ciencia, sobre todo a partir de 1850.
En la parte final del libro examina, al igual que Ian Morris, un tema que empieza a ser recurrente: la Singularidad ( el momento en que el hombre se convierte en un ser biónico y deja de ser humano para convertirse en otra especie). Comenta por ejemplo que el desarrollo tecnológico permitirá crear en breve un cerebro artificial igual al humano, una copia perfecta pero digital, pero el problema es que nadie sabrá qué hacer con él (por ejemplo, podría volverse loco y si lo apagas ¿es un asesinato?). Del mismo modo, nos encontramos ante el dilema de que la ingeniería genética permite multiplicar la edad (hasta convertir al hombre en amortal, salvo accidente o crimen) e incluso crear superhombres (con supermemoria, amortales, sin conflictos psicológicos, etc...), con lo que se cumpliría el sueño racista de una raza superdotada que domina a seres inferiores. El autor sospecha que una persona rica que se pueda pagar un tratamiento de inmortalidad no va a dudar en hacerlo mientras que los pobres seguirán muriendo como hasta ahora: habrá una clara división entre dioses y animales.
También se pregunta si el hombre es más feliz ahora que cuando era cazador-recolector. Recuerda que los humanos estamos programados genéticamente para recolectar y cazar pero que desde hace 10.000 años el hombre vive anclado al suelo, con la espalda torcida para cavar la tierra y cosechar. La vida del agricultor fue más dura y el trigo se convirtió en amo del mundo: es la planta que más se ha difundido por el mundo gracias a su esclavo: el hombre. El autor lo compara con el concepto de "meme" cultural: la transmisión de un concepto cultural dando saltos de un lado a otro y propagándose como un virus (por ejemplo, un chiste con gran éxito, o un "selfie" de Twitter). [nota del lector: la misma pregunta se la puede hacer un currante: ¿tiene sentido levantarse todos los días a las 7 para ir a trabajar en vez de quedarse en la cama? ¿Por qué nos ganamos la vida de esta forma y no de otra forma más sosegada?". La contestación de Yuval Noah Harari viene a ser que quizás el hombre moderno no sea tan feliz como un cazador-recolector o un agricultor de la Edad Media que vivía en su aldea y hacía vida comunitaria pero, en todo caso, sí es cierto que vive más años, tiene más cosas, sus hijos crecen sanos y si tiene una enfermedad, lo curan gratis. Puede que el hombre siga estando insatisfecho pero es innegable que sí ha habido una mejoría.
Una de las novedades que plantea es recuperar la sabiduría budista que renuncia a cualquier emoción, tanto externa como interna, para alcanzar el Nirvana. Dice que la gente tiene distintos niveles de felicidad, por ejemplo, uno de 5 a 7 y otro de 6 a 8, de forma que aunque en un mismo día le toque la Lotería, resuelva la paz mundial y encuentre a su hijo perdido hace varios años, no podrá superar el nivel 7-8 y al poco vuelve a niveles normales e incluso a la insatisfación. Creen que pronto habrá pastillas para que la felicidad sea completa según el principio budista de eliminar esos altibajos psicológicos para ser feliz mucho más rato.
La visión de Yuval Noah Harari es bastante pesimista porque considera que el hombre es malo y descontento se ha convertido en una especie bastante peligrosa, al menos para el medioambiente y el resto de los animales. Ahora, ha llegado un punto en que el hombre puede convertirse en un Dios (inmortal, superinteligente, con emociones equilibradas...) pero sostiene que "somos los más poderosos de lo que nunca fuimos, pero tenemos muy poca idea de qué hacer con todo ese poder. Pero todavía parecen ser más irresponsables que nunca. Dioses hechos así mismos, con solo las leyes físicas para acompañarnos, no hemos de dar explicaciones a nadie. En consecuencia, causamos estragos a nuestros socios animales y al ecosistema que nos rodea, buscando poco más que nuestra propia comodidad y diversión, pero sin encontrar nunca satisfacción". Y concluye: "¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?"
Tras la lectura del libro, surge una visión muy pesimista del humano como un animal bruto que arrasa su entorno. Yuval Noah Harari recuerda que la subsistencia de la especie humana se basa en los avances agrícolas y que hay millones de vacas, ganado porcino y pollos que viven en granjas industriales en aberrantes condiciones para producir la comida para todos sin preocuparnos por los sentimientos de esos animales. El hombre, señala, está acabando con la diversidad biológica como lo hicieron sus ancestros con el Neandertal, el mamuth, el león con dientes de sable o los nativos de América (aquí también influyeron las enfermedades).
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